En algún momento de nuestra vida todos hemos sentido alguna vez molestias en los ojos, dolor de cabeza, dificultad para dormir, incapacidad para concentrarnos… ¿sabes que tu vivienda puede ser el problema?

En los últimos meses hemos pasado mucho tiempo en espacios cerrados y actividades cotidianas como comida, trabajo, ocio, familia, descanso y vacaciones, entre otras, han tenido que convivir en un mismo espacio, de una forma que nunca antes habíamos imaginado.

Muchos hogares no estaban preparados para albergar estas actividades. Por eso hoy, queremos reflexionar sobre la importancia de vivir en un hogar saludable en el que nos sintamos a gusto.

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Unos de los aspectos más importantes para nuestro bienestar son, una correcta iluminación y una buena ventilación.

Unas malas condiciones de iluminación y ventilación pueden provocar patologías en las personas. Resfriados, congestión nasal, sequedad e irritación de las vías respiratorias, de la piel, de los ojos, dolor de cabeza, dificultades para concentrarse, alergias… (No, no es parte de un anuncio farmacológico) son algunos de los síntomas más comunes que pueden estar asociados a malas condiciones de los edificios que habitamos.

Este conjunto de sintomatologías y enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en los espacios cerrados, o el mal estado del edificio, se le conoce como síndrome del edificio enfermo.

Las principales causas de su aparición son: una mala ventilación, el uso de materiales de baja calidad, errores en la ergonomía de los espacios…y pueden verse acentuadas por factores psicosociales como el estrés o el ruido.

UNA CORRECTA VENTILACIÓN

Como ya avanzamos antes, uno de los puntos determinantes para nuestro bienestar es una buena calidad del aire que respiramos, y esto se consigue con una correcta ventilación de los espacios.

Es tan importante que es obligatorio y está regulado por el DB HS3 para viviendas, garajes, aparcamientos y trasteros y por el RITE para el resto de edificios. 

Tipos de ventilación:

La ventilación natural, es la que se produce cuando se abren las ventanas de la vivienda y el aire interior se renueva por corrientes de aire. Este tipo de ventilación no se admite, de forma exclusiva, por normativa.

La ventilación natural se puede combinar con una ventilación forzada obteniendo una ventilación mecánica de extracción de simple flujo. En este caso, el aire se puede extraer de forma mecánica de los cuartos húmedos y la admisión se realiza de forma natural en las zonas secas mediante rejillas en las ventanas o en la fachada.

Un paso más allá encontramos la ventilación mecánica de doble flujo.

La extracción y la impulsión se realizan de forma mecánica y se incorpora un recuperador de calor, que consigue que el calor del aire que se expulsa se aproveche para precalentar el aire que se introduce en la vivienda.

Es un sistema adecuado para cualquier tipo de clima ya que no es necesario abrir las ventanas para ventilar. Es el que se emplea en las viviendas pasivas donde las pérdidas de calor por ventilación son casi inexistentes.

El recuperador de calor cuenta con filtros que evitan la entrada de agentes químicos (gases, humos…), físicos (temperatura, humedad, polvo, partículas en suspensión…) y biológicos (bacterias, parásitos, hongos, polen…).

En otras palabras, una ventilación con un recuperador de calor garantiza la renovación del aire viciado por aire limpio manteniendo el calor del edificio.

Con la ventaja adicional de que supone un importante ahorro de energía y contribuye a respetar el medio ambiente. 

Ejemplo de funcionamiento de recuperador en situación de invierno

En resumen, es una necesidad básica que nuestras viviendas sean un espacio seguro y saludable, una correcta ventilación de los espacios que habitamos mejora nuestra salud y confort evitando que nos surjan molestias y enfermedades.

Y tú, ¿realizas una correcta ventilación de tu casa?